Entendiendo la creatividad y la importancia del proceso creativo
Inspire-se
Considera el envase de pizza abajo. Él aprimora la experiencia de consumo, haciéndola mucho más divertida y práctica para el consumidor. Al transformarse en una mesa, logra facilitar la vida del que quiera comer sus porciones de pizza en la cama, sin ensuciar platos y con la máxima comodidad. Es, básicamente, un envase con diseño creativo.
La creatividad puede ser simple, como en el caso de la pizza, o ser usada de maneras que alteran para siempre el curso de la humanidad. Piensa en todas las consecuencias generadas por la invención de la rueda hace 5500 años, por ejemplo. Batallas se ganaron porque un lado fue más creativo que el otro y problemas históricos se solucionaron porque, un día, alguien consiguió encararlos de otra manera.
Todo lo que nos rodea, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que aprendemos forma importantes puntos de referencia en nuestro cerebro y contribuye para el desarrollo de nuestro repertorio creativo. Cuando conseguimos asociar algunos de esos puntos de manera inteligente, abrimos espacio para el origen de ideas relevantes y originales.
La marca de pizza más arriba, por ejemplo, se dio cuenta de que a los consumidores les gusta comer mientras miran la tele y juntó el concepto de mesa con uno de envase plegable. El resultado final es el fruto de ese proceso creativo.
Pero, finalmente, ¿qué es la creatividad?
Podríamos decir que es el punto de partida necesario para desarrollar algo nuevo que genere algún tipo de impacto en el ambiente y las personas. La mayoría de las veces la creatividad se origina de la búsqueda por soluciones. En ese sentido, podemos decir que los creativos, además de importarse con el interés del prójimo, son personas curiosas, corajudas y que no siempre piensan de manera convencional. El potencial creativo, casi como un músculo del cuerpo, debe ser desarrollado constantemente para que las ideas fluyan con más facilidad. ¿Cómo hacerlo, exactamente?
1) ¡Sal de la rutina!
Te despiertas, vas al trabajo, almuerzas en el mismo lugar, buscas a los chicos en la escuela, miras el noticiero y te duermes. Al día siguiente, todo se repite. ¿Sabes lo que puede ayudar? Cambia pequeños elementos del día a día: desvíate de la ruta y conoce nuevas calles, almuerza en lugares y con personas diferentes, pide un nuevo plato, ve una película de otro país. Pero no te quedes en la rutina. Gabriel García Márquez, autor del best seller Cien Años de Soledad, obtuvo la gran inspiración para ese libro en un viaje que ni siquiera quería hacer.
2) ¡Piensa en la solución de los problemas!
¿Quieres ejercitar la creatividad? Refleja sobre las pequeñas cosas que te incomodan. No solamente en el trabajo, pero también en tu relación amorosa, en la família y hasta mismo en la ida al mercado. Trabajar soluciones para esas cuestiones es un excelente ejercicio para la creatividad.
El inventor Whitcomb L. Judson, por ejemplo, tuvo la idea de crear la primera versión de la cremallera en el siglo XIX porque estaba cansado de sufrir con dolores en la espalda cada vez que se curvaba para atarse los cordones de los zapatos.
3) ¡No le tengas miedo al error!
Crea y recrea siempre, con la consciencia de que los errores son inevitables. Aún cuando proyectos y estrategias no llevan a nada, seguramente algún conocimiento es adquirido. Al fin de cuentas, el que aprende equivocándose aprende más rápido.
Un buen ejemplo de como el error puede ser algo positivo ocurrió con los hermanos Will y John Harvey Kellogg. En 1898 dejaron una mezcla de harina de maíz, avena y trigo tostándose por accidente, pero simplemente continuaron el proceso y terminaron creando los copos de maíz que hoy están presentes en la dieta de varias personas. Ver el fracaso como oportunidad es fundamental para el que quiera ser creativo.
Recuerda siempre: para que buenas ideas surjan en el cotidiano, sé curioso y aprovecha el conocimiento a tu alrededor. Eso solo traerá beneficios para tu vida personal y profesional.